
Galope sobre la arena de Itzurun
El sonido del mar se mezcla con los cascos golpeando la arena húmeda. Es un ritmo salvaje, primitivo, casi sagrado. En la playa de Itzurun, los caballos no solo corren, vuelan. Se elevan brevemente sobre la tierra como si intentaran vencer al tiempo, al viento, a sí mismos.
En sus lomos, los jinetes son pura concentración, pura tensión contenida. Sus cuerpos se inclinan, se funden con el animal, y por un instante son uno solo. Es una danza de velocidad y fuerza frente a un mar que observa, eterno, indiferente y hermoso.
La gente observa desde las gradas improvisadas sobre la roca, aplaudiendo, gritando, viviendo cada zancada como si fuera la última. Y yo, con la cámara en las manos, solo intento detener el tiempo. Congelar ese segundo en el que la adrenalina estalla, en el que los músculos tiemblan y los ojos brillan.
Esta carrera, que se celebra cada año durante las fiestas de San Telmo en Zumaia, es mucho más que una competición. Es una celebración viva de la tradición, una forma de rendir homenaje a la historia marinera del pueblo desde el galope sobre la arena, frente al Cantábrico.
Es el latido de un lugar que ama sus raíces y las viste de mar, de cielo y de pasión.


















