Galope sobre la arena de Itzurun

Galope sobre la arena de Itzurun

El sonido del mar se mezcla con los cascos golpeando la arena húmeda. Es un ritmo salvaje, primitivo, casi sagrado. En la playa de Itzurun, los caballos no solo corren, vuelan. Se elevan brevemente sobre la tierra como si intentaran vencer al tiempo, al viento, a sí mismos.

En sus lomos, los jinetes son pura concentración, pura tensión contenida. Sus cuerpos se inclinan, se funden con el animal, y por un instante son uno solo. Es una danza de velocidad y fuerza frente a un mar que observa, eterno, indiferente y hermoso.

La gente observa desde las gradas improvisadas sobre la roca, aplaudiendo, gritando, viviendo cada zancada como si fuera la última. Y yo, con la cámara en las manos, solo intento detener el tiempo. Congelar ese segundo en el que la adrenalina estalla, en el que los músculos tiemblan y los ojos brillan.

Esta carrera, que se celebra cada año durante las fiestas de San Telmo en Zumaia, es mucho más que una competición. Es una celebración viva de la tradición, una forma de rendir homenaje a la historia marinera del pueblo desde el galope sobre la arena, frente al Cantábrico.

Es el latido de un lugar que ama sus raíces y las viste de mar, de cielo y de pasión.

El Flysh de Zumaia, un paisaje que cuenta la historia de la Tierra

El Flysh de Zumaia, un paisaje que cuenta la historia de la tierra

El Flysch es una formación geológica única, compuesta por capas de roca sedimentaria que se han ido depositando durante millones de años. Cada estrato cuenta un capítulo de la historia de nuestro planeta, y en Zumaia estos estratos se elevan, se curvan y se rompen en formas dramáticas que parecen esculpidas por un artista.

En primavera, cuando la marea baja y la humedad lo permite, estas formaciones se cubren de algas verdes que las transforman completamente. La textura de la piedra combinada con ese color vivo crea una experiencia visual difícil de igualar.

San Telmo, tradición viva junto al mar

San Telmo, tradición viva junto al mar

Las fiestas de San Telmo son uno de los momentos más esperados del año en Zumaia. Como cada primavera, el pueblo se tiñe de azul y se llena de emoción desde el primer chupinazo, que marca el inicio oficial de las celebraciones. Ese instante, cargado de simbolismo y energía, reúne a jóvenes, mayores y visitantes, todos con la mirada puesta en el cielo mientras la primera cohete despega en medio del humo y los aplausos.

Uno de los momentos más emotivos es la procesión en honor a San Telmo, patrón de los marineros. Al son de las txistularis y con el mar de fondo, la imagen del santo recorre las calles acompañado de vecinos vestidos con sus trajes tradicionales. Es un homenaje sencillo pero profundo a las raíces marineras de la villa, un acto de fe y comunidad que atraviesa generaciones.

San Telmo no es solo una fiesta; es una forma de sentir y de vivir Zumaia. Una celebración en la que el pasado se entrelaza con el presente, y en la que cada gesto —desde el lanzamiento del cohete hasta la última nota de la banda— habla de identidad, memoria y alegría compartida.

Domingo de Resurrección en El Barco de Ávila: El Encuentro que Llena de Luz las Calles

Domingo de Resurrección en El Barco de Ávila: El Encuentro que Llena de Luz las Calles

El Domingo de Resurrección amaneció gris, pero ni el cielo encapotado ni el frío detuvieron uno de los momentos más emotivos de la Semana Santa en El Barco de Ávila: el Encuentro. La procesión comenzó por caminos distintos: por un lado, la imagen del Resucitado, símbolo de victoria y esperanza; por otro, la Virgen, vestida de blanco y dorado, dejando atrás el luto y abrazando la alegría del reencuentro.

Ambas imágenes recorrieron las calles del pueblo acompañadas por devotos, hasta encontrarse frente a frente entre la emoción contenida de todos los presentes. Fue un momento de celebración y fe, donde la música y el recogimiento marcaron el tono de una mañana que simboliza el renacer de la vida.

Las imágenes regresaron juntas a la iglesia, en una estampa que resume perfectamente el espíritu de esta tradición: la unión de la comunidad en torno a la fe, la historia y el legado cultural.

Las fotos que comparto aquí son también un homenaje a todos los que hacen posible que esta tradición siga viva: los que cargan los pasos, los que organizan, los que acompañan cada año. Y, por supuesto, un agradecimiento especial a la banda de música, cuya presencia y dedicación dan aún más fuerza y solemnidad a este momento tan especial.

Jueves Santo en El Barco de Ávila: El Valor de Mantener Viva una Tradición

Jueves Santo en El Barco de Ávila: El Valor de Mantener Viva una Tradición

El Jueves Santo en El Barco de Ávila volvió a llenar las calles de recogimiento, devoción y comunidad. Una vez más, los pasos salieron en procesión por el corazón del pueblo, acompañados por vecinos y visitantes que, entre rezos y silencios, rendían homenaje a una de nuestras tradiciones más sentidas. Las imágenes de la Virgen Dolorosa y de Jesús Nazareno recorrieron las estrechas calles adoquinadas, sostenidas con esfuerzo y orgullo por mujeres y hombres del pueblo.

Pero más allá del simbolismo religioso y la belleza estética del acto, hay una realidad que no podemos ignorar: cada año se hace más difícil encontrar personas dispuestas a cargar con los santos. No es solo cuestión de fuerza física, sino de compromiso y voluntad de mantener viva una costumbre que forma parte del alma de nuestro pueblo. Por eso, el agradecimiento a quienes siguen poniéndose bajo los varales es inmenso. Gracias a ellos, esta manifestación de fe y tradición no se pierde en el tiempo.

Las fotos que acompañan esta entrada no son solo testimonio del acto religioso, sino también un homenaje a todas esas personas anónimas que, con su esfuerzo, su fe y su entrega, hacen posible que la procesión siga adelante. Gracias a ellas, lo que podría quedar en el recuerdo sigue caminando, año tras año, por nuestras calles.

Ver a jóvenes, mayores y familias enteras participando —ya sea llevando el paso o acompañando en silencio— nos recuerda que estas tradiciones no son solo del pasado. Son parte del presente y, si sabemos cuidarlas, también del futuro.

Que nunca falten hombros que sostengan lo que representa tanto para todos.