Después de varias horas de viaje para atravesar el desierto (menos mal que existe el aire acondicionado), llegamos a la preciosa ciudad de Bukhara donde hemos pasado dos días visitando sus preciosas madrazas y mezquitas, y disfrutando del calor y la amabilidad de sus gentes.

Una de las cosas que más me ha gustado de este país es el respetuoso trato al turista, ofrecen sus productos pero sin agobiar ni insistir continuamente como en otros lugares del mundo. Además sienten mucha curiosidad y nos preguntaban de donde veníamos, que ciudades o monumentos de Uzbekistan nos habían gustado más, y querían hacerse fotos con nosotros.

En primer lugar visitamos el interior de la ciudadela de Ark, donde incluso tuvimos la oportunidad de disfrazarnos con antiguos ropajes y hacer unas fotos muy especiales.

Me gustó mucho la mezquita bolo-jauz con sus columnas de madera, y su decoración interior.

Pero lo más impactante que tiene Buhkara es el conjunto Kalon. Tuvimos la suerte de alojarnos a pocos metros de dicho conjunto por lo que pudimos fotografiarlo tanto de día como de noche, incluso desde el balcón de la habitación de nuestro hotel, que tenía unas fantásticas vistas a ese conjunto.

De gran belleza también es el palacio Sitorai-Monji-Josa, hoy convertido en museo, donde se conservan piezas de gran valor  procedentes de diferentes países.

Y por supuesto me encantó pasear por las calles de Bukhara y disfrutar de sus gentes y perderme entre las tiendas. He comprado un precioso juego de té decorado a mano y un instrumento típico de aquí, serán los recuerdos que me lleve de estas tierras, además de cientos de fotos 😉