Todavía quedan algunos rincones del río Tormes que no son invadidos por los bañistas en verano. En estos lugares privilegiados, campan a sus anchas algunos animalillos como los «caballitos del diablo» (Zygoptera). Yo tengo la suerte de tener uno de esos lugares muy cerca de mi lugar de veraneo y lo he visitado varios veces los últimos días.
La fotografía es una excusa más para disfrutar en soledad de la naturaleza que nos rodea, es todo un lujo estar en lugar del río casi salvaje, rodeada de caballitos del diablo, que son tan confiados que acaban posándose en la cámara, en el objetivo y sobre mi, mientras lo único que se oye es el arrullo de la corriente del río. Y así me he pasado horas observando y fotografiando a estos curiosos seres, mientras los machos volaban persiguiendo a las hembras, o las hembras ponían sus huevos bajo el agua.
Me llama especialmente la atención que durante la cópula, los caballitos del diablo forman un corazón con sus colas, y me encanta fotografiarlos como podéis ver.