Aprovechando que el atardecer coincidía con la bajamar, me acerqué una vez más a Sakoneta. El cielo que en un principio estaba despejado, se fue cubriendo cada vez más de nubes, y finalmente no vi el atardecer que buscaba.

Aún así, siempre es un placer estar allí y disfrutar del paisaje del Flysch